martes, 24 de junio de 2014

La ciudad de santiago de Cali estaba a punto de perder su inocencia, yo también; eran los años setenta y mientras soñábamos con mejores tiempos, no veíamos lo que traía el progreso y convertía la ciudad y mi barrio en las colinas en algo tan diferente a nuestros sueños.A mis sueños que eran pesadillas, aterradores momentos que encubiertos en la rutina de nuestra vida definieron mi destino y mi presente.Era una silueta bien definida, podía ver como la luz de la luna creaba una figura perfecta, grande y fuerte; afuera, la noche suave bajo un cielo quizá tapizado de estrellas, algo que imagino ahora al recordar. Era un hombre desnudo, probablemente vistiera ropa interior pero eso no tiene importancia ahora, ni siquiera su identidad pues ese es el misterio, no logro saber quien es, solo puedo recordar como me perturbaba esa imagen, siento mi pequeño y frágil cuerpo alterado y escucho mi respiracion agitada, pero no estoy seguro si estoy asustado, solo puedo pensar en que aun siendo tan niño mis sensaciones son extrañas, hay mucho agitación en mis sentimientos, es como un deseo, como un ansia porque puedo presentir lo que viene, es una figura amenazante pero no pienso en el dolor de una agresión sino en la emoción que despierta este recuerdo.

Tube seis hermanos varones, yo soy el numero siete y el ultimo; no tengo grandes recuerdos, una vez pensé que podía ser alguno de ellos en medio de la noche, pudo haber sido mi padre no estoy seguro porque pudo haber sido también un extraño visitante en la noche silenciosa. Nuestra casa era algo muy distante de ser la gran casa,no voy a describir lo poco que había ahí; es el escenario, el misterio de esa visión nocturna pintada de morbo y de luz de luna..
En frente mismo del área de la cocina había una division y una puerta de madera que daba acceso al cuarto de mis padres, si es que se podía llamar así, tenia una pequeña ventana que daba al patio; solo recuerdo un radio puesto en una repisa, era el tesoro de la casa en aquellos años, en el escuchábamos series de novelas y aventuras creadas por el radio teatro de ese tiempo, un estilo inimitable que jamas olvidare pues aun hoy recuerdo las aventuras de Kaliman, un hombre de asombrosa belleza varonil, de tierras lejanas, héroe defensor de causas y desvalidos, acompañado por el pequeño Solin. Arandu el príncipe de la selva y su compañero Taoloamba, hoy se que estos héroes tenían origen y causa, por esos días eran el mejor momento de mis días lánguidos en mi niñez precoz, como deseaba yo ser Solin, solo pensaba en compartir mi vida con el hombre mas maravilloso del mundo. Había dos camas en esa habitación, una para los dueños de casa y la otra para dos hermanas menores que habían llegado quizá un poco tarde a la vida de esta historia: yo no tenia cuarto, mi espacio era una cama de tablas dura y fría detrás de un gran armario que hacia de pared para el cuarto del medio, junto a mi un camarote donde dormían otras cuatro hermanas, si; ya se que eramos muchos, pero eramos mucho mas pues todavía cabía una cama donde durmieron alguna vez las otras dos hermanas mayores, ya que en ese momento solo quedaba una de ellas y la otra probablemente dormía fuera de casa, esta tiene una historia particular pero no me detendré hoy en ella. Otra media pared daba a la primera recámara ligeramente un poco mas espaciosa donde había otro camarote en igual posición que el anterior solo que separados por la division de los dos cuartos, ahí dormían tres y hasta cuatro de mis hermanos dependiendo de quien llegaba a dormir o a quedarse pues ya algunos de ellos hacían su vida por fuera, por ultimo, otra cama pequeña que usaba uno de los hermanos mayores, ahora que lo describo puedo darme cuenta que no era propiamente una casa sino mas bien un dormitorio para una familia demasiado grande. No había muebles, no hubo hasta muchos años después cuando por fin nos mudamos del barrio, tampoco había lujo alguno excepto una nevera de época y una estufa a gas que llego a mejorar el tizne negro de unos fogones de petróleo que usábamos al principio que por esfuerzos de mi madre fueron cambiados. El techo era muy bajo, tanto que podías subirte por cualquier lado desde adentro del patio o por fuera de la casa que lucia tan pequeña y tan frágil al lado de la casa grande materna de la abuela, por parte de mi madre, personaje cruel y malquerido en mis recuerdos por su insensata manera de ser y de tratar a su familia.

Pudo haber sido cualquiera quien entraba de noche, todos nosotros tarde o temprano subimos y brincamos con frecuencia ese techo, lo usábamos para tender la ropa al sol, para retozar en días frescos de brisas que bajaban de las altas montañas de la gran cordillera occidental que surca el hermoso valle del cauca; pudo ser incluso un amigo de la familia, un ladrón, un demonio, el diablo que se yo, aún puedo sentir las sensaciones extrañas de esa noche o de esa noches, puedo verme apretujado en la cama de mi hermana mayor asustado por esa visión, ella parecía darse cuenta de mi situación y me ofrecía cobijo y protección; recuerdo también que podía sentir una brisa que atravesaba mi cobija en mi escuálida cama, siento frio y una tristeza que no logro identificar en en esos momentos pero que hoy veo plenamente, un niño solitario y abandonado, tan vulnerable en medio de tantas personas.

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