jueves, 2 de septiembre de 2010

El Barranco

Circundaba la parte norte del barrio y era como un punto entre el limite con el batallon de infantería y una de las calles de acceso y salida , que justo donde se terminaban las calles y comenzaba un "mangón", se elevaba haciendo una especie de muralla que le daba a esa parte un aire estrecho que en las noches sin luna lo hacia un poco tenebroso pues el alumbrado ahí era escaso. Estaba la pequeña escuela donde hice parte de mis estudios primarios y justo al lado la estación de los buses publicos que llego mucho tiempo después,solíamos caminar todos los habitantes por el mangón hasta llegar a Melendez, donde se ubicaba toda la actividad del área.
Frente a la escuela había una o dos casas grandes terminadas y un poco detrás se ubicaba la gallera de el tío Carlos que vivía en la parte de arriba en pleno limite con el batallon, ahí viví con mi familia por un tiempo y era lo mas cómodo del mundo solo cruzar la calle para ir a estudiar, después no resulto tan divertido. Tiempo después mi familia construyo dos pisos para dos primos con sus esposas, arriba en el medio, la tía Lucila y la prima Gloria, luego un poco mas arriba otro piso para la prima Estela y su familia, esto acerco un poco las relaciones entre la numerosa cantidad de primos, esposas, y tíos. Mas al borde del barranco casi a punto de caer por la ladera estaba la casa de la lotera, nunca supe su nombre ni entendí a que se debía que la llamaran así, pero eramos tan jóvenes que esos asuntos no tenían la menor importancia. Entre lotes con hierbas y algunos matorrales quedaba un espacio donde acostumbrábamos sentarnos y observar el paisaje, podíamos ver los techos y los patios de las casas del barrio ya que por la altura este era un mirador perfecto de todo el barrio y se hizo costumbre las tardes de tertulia y diversión, un tiempo después este se convertiría en el lugar ideal para mis encuentros nocturnos con amigos y para exploraciones sexuales que se hicieron constantes, cada vez mas atrevidas.
Mucho mas en la cima vivía Genza con su marido a quien le gustaba y acostumbraba pasearse por la casa en calzoncillos, era alto y esbelto con un tono de piel intenso, suave y fuerte al tacto, jugaba con nosotros a yo no se que, esto incluía que nos agarraba por la fuerza y nos apretaba contra su cuerpo semidesnudo hasta hacernos gritar de dolor, era tremendamente exitante y cada sección me provocaba unas erecciones violentas hasta un poco dolorosas, el parecía no enterarse pues las vio y las sintió muchas veces entre nuestro juego de no se que. Nunca paso de ahí, nunca vi su miembro en erección pero siempre estuvo dispuesto al juego donde se imponía su fuerza y su piel desnuda apretándose a mi cuerpo frágil, algunas veces lo vi en el mismo juego con mi hermano Jair, pero no me acerque ni me moleste en indagar por las sensaciones que le provocara, estaba mas entusiasmado con las mías, como cuando una noche improvisamos junto a Eliecer el hermano de Pacho, fumarnos un cigarrillo de mariguana, aún recuerdo la sensacion de euforia que me produjo ese encuentro pues mientras el preparaba el cigarrillo me ofreció su miembro grande y grueso que apenas si pude saborear entre el placer y el miedo a ser descubierto. Muchas noches después Pacho se convirtió en un amante habitual con quien retozábamos en la hierba mientras el cielo oscuro y sin estrellas era nuestro complice, veíamos la gente pasar al bajarse de los buses en la parada justo debajo de nosotros, nos quedabamos quietos y en silencio mientras escuchábamos algunas voces y nos ahogabamos entre risa y placer pues nuestros encuentros siempre fueron jugueteos eróticos de avanzada y exploraciones cada ve mas osadas. Mi historia con Pacho tiene un comienzo, un durante que tomo algunos años y un final tardío que tomare en un tiempo futuro para contarla, por el momento el, su hermano y muchos otros eran parte de los visitantes de las noches de locura en el famoso barranco.
Había una parte justo en la parada de buses donde habíamos creado por la ladera una ruta d subir y bajar muy empinada y resbaladiza pero que era parte de la diversión, algo como un reto pues se necesitaba buena forma y reflejos para poder llegar a lo alto o bajar si era el caso, todos los muchachos y no tan muchachos subimos y bajamos por ahí, en carreras, en noches de pasión, en días soleados pero menos bajo la lluvia pues se convertía en terreno peligroso por la tierra mojada y resbaladiza, también fue escenario para caídas espectaculares de novatos e imprudentes, fue tema de conversacion con las familias y con los vecinos pues aún hoy a pesar d todos los cambios que han llegado este sigue ahí como parte natural de el entorno. Algunas veces hubo derrumbes justo debajo de la casa de la lotera y por muchos años esperamos ver la caída de aquella casa que por una extraña razón aún hoy perdura, así como mis recuerdos de aquel lugar que se convirtió en un sitio trascendental en mi vida, fue ahí donde permaneci en silencio con un nudo en la garganta tratando de entender la noticia de la muerte de mi padre, fue entre la penumbra de alguna noche donde descubrí mi inclinacion por lo misterioso y el peligro ya que por la cercania al batallon era tambien un lugar donde sucedian cosas desagradables con los soldados que nos perseguina y nos acosaban pues eramos civiles y eso ya es sospechoso en terminos militares y mas en aquella Colombia tumultosa de los años setenta y ochenta.