miércoles, 8 de mayo de 2013

Acaba de pasar por mi mente como una oleada, es el mismo calor que mi cuerpo siente ahora, el mismo sentimiento que me trae la sensación de catarsis; nada se mueve, una pequeña y sutil brisa acaricia los arboles y combinándose con la luz de la tarde lánguida parece que tiene movimiento, pero solo es afuera. El mismo calor que mi cuerpo siente ahora,  es igual al que sentía en mi casa de adolescente  pero también es la misma sensación de letargo y divagación que mi mente como una entidad diferente de mi; hace por su cuenta. Es como un delirio.
Como Barba en su poema delirante, aunque ya mis pasiones están dormidas, aletargadas por el transcurrir de las horas lentas, desaparecidas quizá o escondidas bajo un manto de olvido. Vino un recuerdo de mi adolescencia en Melendez, allá en esa casa abandonada por mi vida errante, en donde durmieron conmigo mis sueños y mis fantasías  mis pasiones recién descubiertas, mis deseos abiertos al placer, mis primeros pasos hacia el umbral del dolor, de atardeceres sofocantes, de tantos veranos olvidados y vividos sin conciencia.
Ahora estoy aquí  sentado frente a mi mismo tratando de adentrarme en el atardecer de mi vida en esta ciudad que inmóvil, veo convulsionar y retorcerse de dolor, de ruido y de calor. Panamá  odiada y repudiada tantas veces, amada hasta el hastío y venerada como diosa mítica; tan mía como extranjera, tan ilusoria como mis sueños perdidos. Panamá grandiosa que cambia por segundos, que se destruye así misma y se reinventa al mundo para seducir, para atraer a quienes como otros, o como yo, se rinden a su poder, a su encanto y a su engaño, de mujer fatal hermosa y voluptuosa que promete mil pasiones pero que cobra mil veces por su compañía. Paraíso de escapados de destinos inciertos quienes encuentran en su vientre, placeres y sosiegos; amores, riqueza, dolor, muchas veces disfrazado de carnaval absurdo y vulgar, de putas callejeras que vienen de otros lugares a ser parte de la oferta de tragedia y drama de esta ciudad delirante.
La primera vez que escuche de ella fue por Carmen Eliza, dijo que alguien le hablo del puerto y que  las mujeres ganaban buen dinero; esa vez yo no sabia mucho de prostitutas, prácticamente no sabia nada, así que cuando ella hablo de viajar yo solo le mostré interés por ser mi amiga, no por el propósito de aquel viaje que nunca sucedió pues termino en tragedia. Ella envejeció prematuramente en manos de su amante Edinson que le hizo un hijo y le regalo una vida turbulenta sucia de vicio y de obsesiones, de celos y sentimientos impregnados de violencia, de ignorancia.
Después Ernesto me hablo de ella nuevamente una noche en el auto cine cuando tratábamos de tener algo que quiso ser un romance pero que solo se limito a encamarse y culiar frenéticamente hasta desfallecer de hambre y cansancio: mi amor por el fue mi primer dolor, el tiquete directo al abismo de la angustia y la frustración de un adolescente que se entrego como princesa al sueño de amar sin saber que el otro solo veía en el un cuerpo joven y tierno para disfrutar y desechar. Cuanto creí en el, cuanto entregue en segundos, fue el despertar de un torrente que arrastro mi adolescencia a la nada y a la vez me compatibilizo en tantas partes de mi que me perdí y nunca pude volver a juntarles; extraviado en mis deseos, en mis fantasías de mariposa encantada que rompió sus alas y descubrió el dolor físico;  en el errante vagabundo que creyó que el mundo era un pañuelo y que se podía meter en un bolsillo. Hubo también un niño, que frágil y solitario se escondió en un abismo de olvido profundo y que la mariposa devoro para su metamorfosis, ese mismo que una vez cruzo la calle del Carmen aquí en la ciudad de mis historias cuando caminaba hacia mi encuentro con Fabian y su irresistible encanto; esa criatura solitaria y triste que se escapo del abismo y empezó a buscarme y a pedirme atención, ese yo mismo que hoy esta aquí dentro de mi, agazapado esperando por su tiempo.
La tercera vez que escuche de Panamá fue con Niriem, ella abandono todo en Cali y se escapo a vivir su vida caótica llena de necesidades, yo incluso aun no tuve ningún interés por mas, para mi era como un lugar en la geografía de América donde algunos iban por cuestiones fortuitas quizá, no se, no era de todas formas el momento para saber mas.
Pero dicen que la tercera es la vencida, o la mía  pues ya había dejado atrás mi ciudad caliente y bullanguera, mi río Melendez que baño tantos placeres en sus aguas reducidas por el calor en brazos de Pacho Francisco Eladio el amante mas oscuro que recuerdo, mi barrio chico donde corrí y camine por sus calles en noches de cacería de placeres tan variados y peligrosos, entre las piernas fuertes de algún soldado apasionado necesitado de caricias y mucho mas; a Edinson con su pene grande y su calentura constante, a Carmen Eliza con su penar de muerta viva, a mi Alexander amado y sufrido por la tragedia de la ignorancia, historia cortada con violencia por realidad cruel del desprecio a nuestros sentimientos. 

Fue en Bogota donde volví a saber de mi amiga Niriem y con ella volvió el nombre de Panamá  esta vez con mas especificaciones, fue por ella quien me contó su paso por aquí con quien finalmente puse atención a su llamado; fue así que un día abandone mi estancia en mi país y vine a vivir y a morir esta ciudad.
Las pinturas de esta publicación no son de mi propiedad  las tome de Internet y las uso con todo respeto a su creador el pintor Nebojsa Zdravkobic.

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